Año nuevo, y como siempre, por convención social o verdadero deseo, nos planteamos nuevas metas y propósitos que esperamos cumplir. Hace un año os contábamos, a través de esta infografía, la importancia de seleccionar nuestros propósitos en coherencia con nuestros valores.
Sin embargo, aunque aquello que nos proponemos sea realmente valioso para nosotros, podemos encontrar dificultades a la hora de iniciar las acciones que nos dirigen a esa meta y, también, a la hora de mantenernos.
De la acción al hábito.
Cuando intentamos alcanzar nuevos propósitos nos encontramos con que, en su mayoría, son objetivos que requieren de la creación de nuevos hábitos. Dejar de fumar, bajar de peso, realizar un viaje que requiere cierto ahorro… Para lograr todos estos objetivos realizaremos pequeños pasos, acciones y cambios. Por ejemplo, para el caso “Dejar de fumar” podemos empezar con un pequeño cambio como renunciar al cigarro de después de comer o el último, antes de dormir. De la misma manera, si nuestro objetivo es bajar de peso cambiaremos diferentes comportamientos e iniciaremos nuevas actividades; comer más verduras, apuntarme a pilates…
Por lo tanto, nuestro objetivo no sería tanto alcanzar cierta meta, cuál corredor de carreras, sino establecer nuevos hábitos en nuestra vida que nos hagan sentir satisfechos y en coherencia con nuestros valores.
Esta nueva visión de nuestras metas y propósitos implica darle un repaso a cómo intentamos conseguir alcanzar el éxito.
Claves para instaurar nuevos hábitos.
- Establecer un punto de partida:
A la hora de iniciar un cambio es importante plantearnos nuestro grado de compromiso, sin olvidarnos de las dificultades que puedan plantearse. ¿Por qué quiero conseguir esto?¿Qué beneficios tendría?¿Qué perjuicios supondría no cambiar?
Responder estas preguntas nos coloca en el punto de partida y nos conecta con las razones y valores que nos motivan a cambiar. Tómate tu tiempo para realizar esta reflexión e incluso apuntar el resultado. Además, podemos registrar desde que punto partimos para seguir nuestra mejoría a lo largo del tiempo. Plasmar de manera explícita estas ideas nos ayudará mientras intentamos instaurar un nuevo hábito.
- Divide y planifica:
Uno de los errores más comunes que cometemos es abordar nuestros objetivos bajo la siguiente regla: «Quiero conseguir ____ de una vez y ya, para siempre y que no suponga mucho esfuerzo». Es decir, suele ocurrir que a la hora de, por ejemplo, plantearnos realizar más deporte, abordemos la situación en términos en los que debemos apuntarnos ya a un gimnasio y desde ese momento cumplir con la rutina. Otro ejemplo podría ser cuando queremos bajar X kilos y esperamos que ocurra ya, de forma rápida y sin dificultades.
Sin embargo, a la hora de conseguir nuestros objetivos nuestra trayectoria no será perfecta y en ocasiones nos requerirá más tiempo del deseado. Como consecuencia, cuando no observamos los resultados esperados rápidamente, podemos llegar a desmotivarnos y abandonar nuestro objetivo.
Para poder superar estas dificultades dividiremos nuestros objetivos en pequeñas metas a corto plazo. Definiremos nuestro objetivo de la manera más específica posible con un tiempo establecido de forma razonable.
Por ejemplo, conseguir un título de inglés en un año. Este propósito puede dividirse en los pasos necesarios hasta su consecución, generando así metas a corto plazo: buscar academias en el mes de Enero, inscribirme a una academia antes del 15 de enero, añadir horas de estudio adicional de manera progresiva empezando con una hora los sábados de Marzo…
- Valorar nuestros esfuerzos y mejorías
Una vez hemos establecido una serie de metas a corto plazo (pasos que nos dirigen a nuestro objetivo) podemos apreciar cada nueva acción y cambio. Dedícate siempre palabras de ánimo y reconocimiento por cada pequeño avance que nos acerque a la rutina que queremos conseguir: aunque solo sea por ese primer mes en el que mantienes la rutina de ir al gimnasio una vez a la semana. Premia cada paso con pequeños caprichos o recompensas que sean importantes para ti como ir a una cena, realizar una excursión…
De la misma manera puedes establecer algún sistema para llevar un conteo de los avances. Por ejemplo, reflejar en un calendario los días que hemos cumplido con las acciones que nos dirigen a nuestros propósitos. De esta manera puedes establecer recompensas en función de criterios propios: si todos los sábados del mes estudio una hora de inglés, a final de mes me regalaré a mi mism@…
- Persiste a lo largo del tiempo:
Antes de considerar que hemos adquirido un nuevo hábito debemos certificar que el nuevo comportamiento se mantiene a lo largo del tiempo, cada vez con menos esfuerzo y de manera más automática como parte de nuestras rutinas. Por ello es importante, aunque nuestra progresión no sea perfecta y cuente con errores (aquella semana que me salté la alimentación más saludable, por ejemplo) que utilicemos las herramientas a nuestro favor para recuperar y mantener los cambios conseguidos.
Si alguna vez abandonamos nuestros propósito siempre podremos volver al plan inicial, revisar nuestros motivos y valores implicados en la acción, tomar nota de los fallos y averiguar cómo superarlos. ¡No te rindas!