En este artículo pretendemos aclarar ciertas particularidades que pueden ayudar a tener una idea más clara sobre qué son los problemas psicológicos. Y qué diferencias hay entre problemas psicológicos y enfermedad.
Cuando acudimos buscando ayuda de un profesional de la psicología es normal que aparezcan dudas. Una de las más frecuentes surge ante la propia naturaleza del problema que nos trae a consulta. Es habitual acudir al psicólogo con la concepción del médico o del dentista, profesionales de la salud con los que estamos más familiarizados. Sin embargo, existen diferencias importantes en la concepción del problema que afecta de cara al tratamiento psicológico.
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¿Son una enfermedad los Problemas Psicológicos?
Es frecuente acudir al psicólogo como si fuésemos a la consulta médica. Es totalmente normal, hemos integrado el modelo médico en nuestras vidas, si algo duele, nos genera malestar, entonces “estoy enfermo”. Por tanto, si «estoy enfermo» hay que buscar algún remedio (fármacos o tratamiento) para volver a mi estado saludable.
Esta lógica no se ajusta necesariamente a los trastornos psicológicos. Con el siguiente ejemplo queremos ilustrar por qué los problemas psicológicos no entran en la categoría de enfermedad según la conocemos.
Los problemas psicológicos y el papel de la persona
A diferencia del papel que desempeñan los pacientes en las consultas de un médico o dentista la persona que acude a terapia psicológica es parte fundamental en su proceso de cambio. Es elemental el papel ACTIVO del paciente ante los problemas psicológicos.
La terapia psicológica nos permite aprender nuevas estrategias para afrontar los problemas del día a día. Aprendemos a actuar de manera diferente frente al malestar que generan los problemas. Nuestro objetivo: ser protagonistas de la vida que queremos vivir.
En definitiva, el trabajo terapéutico se dirige a dotar de herramientas y habilidades a la persona que acude a terapia. De esta forma se generan nuevas formas de comportamiento más flexible que permiten a cada persona ser más libre.
El caso de Alicia
«Alicia tiene 25 años y desde hace un tiempo se siente desmotivada ante la perspectiva de comenzar un día nuevo. Se atormenta pensando en las preocupaciones diarias y los pensamientos negativos ocupan su mente la mayor parte del tiempo. «Cómo voy a pagar el alquiler, tengo miedo de que mi pareja me deje, me asusta el paso de los años…». Últimamente no puede dormir bien. Siente que ante cada nuevo problema los intentos por solucionar lo que ocurre y reducir su ansiedad no funcionan. Solo consigue sentirse peor. Le encantaría poder controlar cada aspecto de su vida pero este anhelo le dificulta relacionarse con otros y trabajar de forma relajada. En palabras de Alicia “me gustaría actuar de forma sencilla y dejar de sentirme mal; eliminar este malestar”.
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¿Por qué no es una enfermedad?
Para entender por qué los problemas psicológicos no son enfermedades, vamos a servirnos del caso de Alicia y vamos a comparar ambos conceptos:
- A diferencia de una enfermedad, Alicia no se siente mal a causa de un virus o problema a nivel orgánico. Son los elementos externos, los problemas diarios los que generan su malestar. Todos encontramos problemas en la vida. El modo de enfrentarnos a ellos no depende de la presencia de un organismo o lesión que provoque la “enfermedad”.
- Los problemas psicológicos no consiguen “curarse” como un esguince o un virus estomacal. Por supuesto se superan y se logran los objetivos deseados, pero esto implica un trabajo activo por parte de la persona. Es decir, a pesar de que existe relación entre los problemas psicológicos y el funcionamiento cerebral encontramos que las opciones médicas o farmacológicas, no proporcionan la solución definitiva. Es Alicia, como persona global e integrando tanto su historia personal como sus particularidades a nivel biológico, la que puede enfrentar y superar sus dificultades.
- Por último, el dolor físico nos avisa de un problema orgánico. Si por ejemplo nos duele la barriga después de comer chucherías podría señalar que nos cuesta digerir este alimento. De la misma forma el dolor psicológico cumple un propósito.
Aquí quedan explicadas las diferencias más relevantes entre problemas psicológicos y enfermedades, ayudado pues a entender qué son los problemas psicológicos.
La presencia de dolor psicológico en forma de pensamientos negativos y emociones que nos generan malestar (ansiedad, tristeza, miedo) no es anormal. El dolor psíquico es importante para nuestro funcionamiento y todo el mundo lo experimenta. Este dolor actúa a modo de alarma y nos indica que algo puede ser peligroso o amenazante (Hayes, 2013).
¿Cuándo es un problema psicológico?
Hablamos de problemas psicológicos cuando nuestros intentos de reducir el dolor/malestar o solucionar las situaciones que nos rodean se vuelven en nuestra contra. Nos estamos refiriendo a problemas comportamentales, nuestra manera de actuar, el modo de pensar o cómo nos sentimos. Es decir, el problema surge en la interacción de la persona con su contexto y las circunstancias. Por tanto, no es un problema innato o intrínseco de la persona.
Retomando el caso de Alicia
Alicia reacciona ante los problemas y circunstancias diarias de la forma que ha aprendido a lo largo de los años. Se centra en eliminar el malestar que generan las situaciones problemáticas a las que se enfrenta. A pesar de los intentos de Alicia por mantener todo en orden y bajo control, se encuentra con dificultades para conseguirlo. Esta estrategia de control dirigida a resolver el problema, se acaba convirtiendo en otra fuente de malestar psicológico.
Al igual que en este caso, no siempre afrontamos las cosas de la manera más beneficiosa para nosotros. En ocasiones el afrontamiento de las circunstancias problemáticas incrementa el malestar convirtiéndose en una solución perjudicial. Acaba siendo la propia conducta que habíamos desarrollado para solucionar el problema, la que genera el sufrimiento y el malestar repercutiendo en nuestras vidas.
En el momento en el que los problemas de nuestras noches pasan a convertirse en nuestros días. Cuando nuestra manera de afrontar el problema no nos permite vivir la vida que nos gustaría, generándonos un sufrimiento mayor: estamos hablando de un problema psicológico.